20 May OPINIÓN EVA: VOLAR MÁS ALTO, EN EL MENOR TIEMPO POSIBLE
El transporte aéreo ha estado vinculado al desarrollo económico mundial del último medio siglo de una manera incontestable. Incluso en momentos clave de las crisis económicas acaecidas en los últimos años como la del petróleo, la guerra del Golfo, la crisis derivada de los acontecimientos del 11/S e incluso tras la quiebra de Lemman Brothers en 2008, y la posterior debacle financiera, este sector fue menos impactado que la mayoría de las demás actividades económicas.
Pero la situación actual es muy distinta, además de inaudita hace tan sólo dos meses.
Según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo, IATA, de los aproximadamente 21.000 aviones que estaban operativos a principios de este año, hoy 14.000 están en tierra, parados, aparcados. Los vuelos domésticos se han reducido en un 70%, la pérdida de ingresos provenientes los pasajeros que no pueden utilizar el transporte aéreo se estima en 314.000 millones de dólares. En juego más de 25 millones de empleos en todo el mundo. El escenario es realmente es escalofriante.
Una de las primeras consecuencias de esta cadena de acontecimientos será que muchas de las compañías aéreas no van a tener capacidad para mantener sus actuales flotas, afectando directamente a las compañías de alquiler o leasing de aviones, las cuales suponen actualmente más de un tercio de las aeronaves operativas. Además muchos de los operadores que tienen pedidos de aeronaves se están apresurando a negociar con los fabricantes un retraso en las entregas o, en el peor caso, una cancelación de sus pedidos.
Los fabricantes, por su parte, están tomando decisiones drásticas de reducción de gastos, despidos u otras medidas sociales que los Gobiernos han puesto a su disposición para paliar las consecuencias de esta crisis, al descender su carga productiva de una manera radical y de la noche a la mañana.
En los aeropuertos estamos viendo terminales vacías. Esto no solo supone llevar a mínimos su actividad, sino el cierre de sus zonas comerciales, un cese en la actividad de las empresas de servicios aeroportuarios y la reducción de sus ingresos operativos prácticamente a mínimos.
Por otro lado, durante unos meses y hasta que pase algún tiempo, el conjunto de sociedad estará muy traumatizada y tendrá mucho miedo tras haber vivido un episodio nunca antes había experimentado, para el que además ni estaba preparada ni avisada.
También desgraciadamente veremos millones de puestos de trabajo perdidos y decenas de miles de pequeñas y medianas empresas que no podrán retomar su actividad.
«Desde EVA animamos a todos los agentes políticos, empresariales y sociales con capacidad de decisión que comiencen a trabajar para establecer esa estrategia tan necesaria para poder volar lo más alto en el menor tiempo posible.»
Muchos gobiernos tendrán una gran deuda comprometida a medio plazo que tendrán que destinar a reparar el daño causado por la pandemia y con unas arcas a mínimos tras la necesidad de afrontar los peores momentos sanitarios y económicos de esta crisis. Y en este caso estará España.
En nuestro país, donde se dispone de tecnología, donde este sector se distingue por ofrecer puestos de trabajo de gran calidad, tendremos que reconstruir el tejido aeroportuario y empresarial, haciéndolo más robusto Esta reconstrucción necesariamente deberá pasar por un apoyo gubernamental sin precedentes, alineado con el resto de Europa, con políticas y estrategias claras no muy diferentes a las del resto de los países de la Comunidad Europea para no quedar descolgados.
Será muy duro y habrá que asumir muchos sacrificios.
Pero nuestro sector merece la pena. Desde EVA animamos a todos los agentes políticos, empresariales y sociales con capacidad de decisión que comiencen a trabajar para establecer esa estrategia tan necesaria para poder volar lo más alto en el menor tiempo posible.
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